Cuando escuchamos el término líder, generalmente usado en grado superlativo, por lo regular nos figuramos a la persona que ejerce la máxima autoridad en un determinado conglomerado de personas. Sin embargo, esta concepción del líder se encuentra muy distanciada de la realidad de un verdadero líder en la actualidad.
Por Lic. Pedro N. Guzmán
Anteriormente, para que un gran líder fuera reconocido como tal, este debía ser un guerrero feroz, capaz de enfrentar y vencer a cualquier adversario. En la Republica Dominicana recordamos una época reciente en la que el brillo y magnanimidad dependía de la grandilocuencia de su oratoria y de su habilidad para encantar a las masas (casos del Dr. José Francisco Peña Gómez, el Dr. Joaquín Balaguer y el Prof. Juan Bosch).
El tema del liderazgo ha estado por años en boga, sobre todo en instituciones de la sociedad civil cuya fortaleza y crecimiento dependen del desarrollo humano de sus miembros, como es el caso de las cooperativas, las iglesias, los clubes sociales, entre otros.
Estas instituciones se fortalecen cuando desarrollan a sus líderes a través de talleres, charlas, seminarios, congresos y educación continua. Lástima que los actuales partidos políticos, al menos los mayoritarios, no tengan este como su modelo de crecimiento.
A lo interno de los partidos políticos, principalmente, escuchamos a personas utilizar el calificativo “líder” para referirse a compañeros a los cuales no conocen bien o no recuerdan sus nombres. Es,más bien, una forma de ocultar la falta por no ser capaces de distinguirlos apropiadamente.
Para la mayoría, lo difícil es aceptar que tal o cual persona de su entorno, un compañero, un amigo un compueblano o correligionario es un líder. Siempre que una persona es indicada como líder, ya sea auto sugerido o señalado por alguien más, de inmediato comienzan las contradicciones, negaciones y cuestionamientos, tanto públicos como privados.
Lamentablemente no existe un “liderazgómetro”, un instrumento capaz de medir la dimensión o naturaleza del liderazgo de las personas, por tanto debemos aceptar que existen muchos estilos de liderazgo y también líderes de dimensiones diversas.
Es difícil tratar temas de liderazgo sin que surja la eterna cuestión: ¿El líder nace o se hace? Hay personas que nacen con cualidades interesantes; estas pueden ser rasgos de liderazgo pero, el líder se puede formar, el líder se educa.
Liderar no consiste en “ordenar y mandar” aunque haya que saber hacerlo. Liderar es orientar, formar, lograr equipos cohesionados que buscan un objetivo común.
Todo aquel que reúna estas características es un líder aquí y en la Luna