Wanderlis Cespedes
La TPM o tasa de política monetaria es una herramienta que utilizan los Bancos Centrales para ajustar los desequilibrios de mercados provocados por la inflación. En ese sentido, esta busca controlar la oferta monetaria del mercado a través del aumento o reducción de las tasas de interés a los cuales el banco central presta a las demás entidades de intermediación financieras, afectando así las tasas de interés para los demás agentes económicos, dígase las empresas y las familias.
Ante un aumento de las tasas de interés de los principales Bancos Centrales del mundo, no era descabellada la idea de ir ajustando nuestra tasa de política monetaria, haciéndola un poco más restrictivas. Y siendo totalmente honestos y coherentes, con una inflación de un 9.64% a abril del presente año, muy cercana a los 2 dígitos, no era de esperarse un aumento progresivo de la tasa de interés. Sin embargo, nos tomó por sorpresa el aumento en unos 100 puntos básicos, los que nos hizo hacen pensar lo siguiente:
- Adoptar medidas más agresivas para contrarrestar la inflación, que lentamente se acerca los dos dígitos. Medida que fue sugerida por la misión del FMI en su visita.
- Ciertamente que los modelos macroeconómicos tenían que ser reajustados a las realidades económicas que se avecina para este 2.º semestre.
- Encarecimiento de las tasas de interés, que afectarían el flujo monetario de las inversiones por parte de las empresas y un costo más elevando del dinero para las familias.
- Una teoría que intenta explicar este fenómeno de aumento de la TPM es la teoría monetarista de Milton Friedman sobre la correlación entre la inflación y la tasa de interés.
Recomendaciones:
Se espera un aumento en las tasas activas de los distintos productos crediticios (préstamos de consumo, comercial, líneas de crédito y préstamos hipotecarios). En este sentido, se espera que el estado mantenga los subsidios a los productos de consumo masivo y a productores, de modo que esto no se traduzcan en mayor alza de los bienes y servicios de primera necesidad.
Salvo que la actividad comercial que tenga en mente no sea lo suficientemente generativa, es preciso que prescinda de optar por financiamiento en el corto plazo.
Para las familias, racionar el consumo y buscar alternativas de inversión y generar más ingresos, reducir el consumo innecesario de algunos servicios usualmente no utilizados de manera obligatoria y consumir no más que lo necesario.
Esto debido a que el aumento de la TPM como medida de contención a la inflación no solo encarecerá el precio del dinero, sino que limitará el poder de compra y por consiguiente también afectará a las empresas en medida de aumento de costes que de lo pronto serían traspasados a los bienes y servicios a los cuales tenemos acceso los consumidores finales.
Con este aumento de la tasa de interés, el Banco Central apuesta a una caída flexible o en su defecto, paralización de los niveles de inflación provocada por cheques externos. No obstante, esta medida no será lo suficientemente positiva si estas no vienen acompañadas de políticas economías de apoyos a la producción y protección local de los productos y consumidores finales. La racionalización del gasto público es vital para fortalecer las políticas macroeconómicas y políticas fiscales que permita al estado sostener sus arcas.